martes, 22 de febrero de 2011

Tocada, pero no hundida.

 -17-E
-¡Agua!
-8-F
-¡Agua!
-Mmmm
-...
- 24-M?? Espera... 21-M.. 26-M??
-Concreta.
-¡Dame tiempo!
-¿Cuánto?
-Un mes

sábado, 19 de febrero de 2011

Soñar lágrimas


Esta mañana me he despertado pronto para ponerme el óvulo de progesterona. Tenía molestias de menstruación.

He vuelto a la cama y me he dormido de nuevo, pero siendo consciente del dolor y de lo que significa. Por eso he soñado que lloraba.

He pasado la mañana durmiendo y llorando en sueños, o tal vez llorando mientras dormía porque, al despertar, tenía los ojos cubiertos por un entelado de legañas.

jueves, 17 de febrero de 2011

Carpe diem


Tengo un mareo de los que rayan peligrosamente el vómito... ¡¡¡y feliz de la vida!!! A estos extremos de esquizofrenia te lleva el deseo de ser madre. Tal vez sea la forma de ir haciendote a la idea de que en las pequeñas (o grandes) incomodidades también hay que encontrar "placer"... es algo que más te vale aprender si piensas lidiar con un niño.

No pretendo ser optimista, probablemente sea la progesterona, pero qué mejor manera de sobrellevar la semana que resta, antes de la beta, que disfrutar del momento... ¡aunque este termine abrazada al inodoro! ¿No dije hace pocos días que necesitaba un abrazo? :)))

miércoles, 16 de febrero de 2011

La movilidad de los pezones

Durante dos días, todos los hombres me han mirado por la calle. Lo han hecho sin disimulo y alguno me incluso me siseó un piropo. Hasta ese momento creí que tenía la cremallera abierta o un grano incandescente. De pronto, en un arranque de positivismo, me dije: "¡Reluzco!".

 Ninguno de esos hombres me ha visto sin ropa, pero de hacerlo no percibirían los pequeños cambios que yo encuentro en mi cuerpo. Mis pezones, habitualmente limitados a dos posiciones (relajada o erguida), han encontrado una forma nueva, el medio-camino (areola relajada pero algo retraída y pezón más saliente pero no tan puntiagudo), sin que esta sea una mera transición sino un estado de por sí.

Sin embargo algo tan instantáneo e incontrolable como un estornudo me ha provocado hoy mismo un pinchazo intenso en el ovario... y lo he creído positivo, como contraste al dolor sordo del periodo... y del primer intento.

Crucemos los dedos.


domingo, 13 de febrero de 2011

Tic-tac-tic-tac

Hace poco más de dos mes, puse en mi casa un reloj de pared. Es pequeño y aparentemente discreto. Uno de esos detalles que percibe el inconsciente haciendo más agradable la estancia, pero que no llama a los ojos. Llevaba tiempo metido en una caja, pero por algún motivo lo recordé y, aunque me costó una hora larga encontrarlo, pude instalarlo ese mismo día.

Entonces no sabía que era un reloj sonoro. Igualmente discreto, pero sonoro. De hecho, no noté su tic-tac hasta hace poco. Seguramente lo oí alguna noche pero no lo suficiente como para situarlo. Fue otro reloj, uno nuevo tipo "reinterpretación de un vintage moderno", que llevo en la muñeca el que me acercó a su sonido. Los modernos ya no suenan y es cierto que el primer día que no me quité el reloj "neo-vintage" para dormir me molestó ese marcar la pauta, el segundo, con un sonido rotundo. Corto pero firme. Sin opción al diálogo. En temas de medir el tiempo, ellos tienen la razón por nombramiento divino.

Fui incapaz de dormirme con ese ritmo estricto e incansable. Me quité el reloj de muñeca y volví a la cama. Pero el martilleo continuaba. "Es tu imaginación" me dije "es imposible que lo oigas desde aqui". Sin embargo había algo distinto, un tic-tac-tic-tac, que me hizo entender que no era el tac-tac-tac-tac del neo-vintage. Tenía (tiene) dos ritmos, como el de casa de mi abuela. Intrigada, me levanté de nuevo en busca del sonido y sólo cuando estaba bajo el reloj de pared me di cuenta que era él.

Desde que empecé con el  proceso de fertilidad, el concepto de tiempo se me ha estropeado. Hay días eternos y horas diminutas que se mezclan sin una pauta lógica, como si alguien hubiera sazonado una partitura, dejando pentagramas blancos y otros abarrotados de corcheas.

Ahora, cada noche dejo abierta la puerta de mi cuarto, para que el tic-tac-tic-tac que viene desde el pasillo me ordene el desbarajuste de tiempo con el que me acuesto.

martes, 8 de febrero de 2011

Haciendo hueco

Víspera del segundo intento.

Ahora ya puedo decir que no es casualidad, porque la repetición, en las mismas circunstancias, hace real la sospecha: Quiero un abrazo. Mejor aún si son dos.

No vale que sea amistoso, ni paternal. Quiero un abrazo de piel con piel, fuerte (pero no tensado), desordenado y cómodo en un mismo gesto. Supongo que mi cuerpo, lleno de óvulos "maduritos", busca un contacto que le fertilice. Aunque no es exactamente sexo lo que me pide, sino un abrazo. Uno cómplice.

Ya dije que hacer sola este camino tenía sus desventajas. Esta es evidente. Tanto, que tomar la decisión  (sola) supuso tragar el sapo de asumir un sentimiento de fracaso: no he encontrado a nadie con quien compartir este proyecto vital.

Hay mil explicaciones reales: son razonables, lógicas y hasta emotivas... como también las hay para las parejas que optan por no reproducirse. No existe un patrón de vida, cada una es distinta de las demás y, con el tiempo, hasta difiere de sí misma. Pero llevamos "de serie" unas plantillas A, B o C a rellenar, que no distinguen detalles... y a veces no encuentras la casilla que te corresponde (a mí me pasa siempre ¿a tí no?). Tienes dos opciones: sentirte excluído o dibujar tu propia casilla en el margen blanco. Yo he experimentado las dos. Existe, en realidad, una tercera: romper el formulario.

Pero yo soy feliz en mi entorno y sí, mi recuadro no tiene la precisión de la imprenta sino las líneas (menos rectas) hechas a boli. Eso siempre llama la atención cuando otros lo miran, pero entonces lo cuentas y la gente dice: "pues debería existir tu casilla" (aunque no todos ellos lo piensan).


Así que una vez digerido el sapo (conviene esperar, no 2 horas, sino 2 meses antes de "mojarse") y embarcada con toda la voluntad y decisión, e incluso aventajada en algunos aspectos a otros "solicitantes a padres", te encuentras con que a veces necesitas algo que no está. O no está a mano. Y ahora añoro un abrazo. Sin apoyos ni consuelos. No es un pesar que necesite alivio, sino la ausencia de un tacto al otro lado. Uno que huela bien. A calor y jabón. Uno (masculino) que me abarque y se quede ahí, sin prisas.

Hoy he escondido varios abrazos... que no he sabido pedir.

lunes, 7 de febrero de 2011

La llave


Eco positiva. Parece que encontré las llaves antes de que el ascensor llegara a mi planta :)))

Y cada llave abre una posibilidad...

P.D. Genial Pocoyó, como siempre.

domingo, 6 de febrero de 2011

Supersticiones de espera.

"Si logro encontrar las llaves de casa antes de que se abra la puerta del ascensor, es que la eco irá bien"

Es absurdo. No soy supersticiosa y si bien juego a mirar horóscopos y recreo "tradiciones" con mis amigos en días clave, es porque disfruto compartiendo gestos cómplices. Nunca he seguido esas pautas a solas... ¡hasta ahora!

Tal vez sea el misticismo que parece rodear los embarazos que termina calando y te encuentras rebuscando en el bolso, con la cartera en la boca y un libro bajo la axila mientras, a la pata coja, miras de reojo cómo planta a planta te acercas a la tuya sin que las malditas llaves se decidan a aparecer. En realidad no tienes ninguna prisa por entrar en tu piso, tan sólo la estúpida apuesta que has imaginado que hacías con el destino.

No sigue la pauta del juego "no pisar las rayas de las baldosas" con el que el camino a casa era más ameno, pues ahí, si fallabas, lo más que podía suceder es que tu hermano se riera de tí y pasara 10 minutos restregándote su superioridad a la hora de evitar la línea maldita. Sin embargo en las supersticiones de espera, no hay forma posible de ganar, pues tan sólo cuenta cuando no lo logras. Si las llaves deciden ponertelo facil, sientes cierto alivio, pero ninguna certeza de la realidad de la apuesta y te ríes de tí misma. Si dos días después, las mismas llaves han encontrado el agujero del forro y el ascensor llega a tu piso cuando tú aún no has dado con ellas, no te ríes.

Es una estupidez, y lo sabes. Eres atea y has estudiado probabilidad varias veces en tu vida. Pero de pronto entiendes por qué el positivo de "maleficios" no existe... o sí, pero tan sólo se aplica al dinero.

P.D. Casualmente esta es la entrada número 13... :)

sábado, 5 de febrero de 2011

La fuerza...

En la eco de hoy, el endometrio no "cumplía". Esta vez, es posible que ni llegue a "acostarme" con la cánula...

Pero voy a tomar este ejemplo de mi querido D.V. para recordarme que, a pesar de las decepciones, hay mucho de insistencia e ilusión en lograr aquello que deseas. Y yo deseo ser ese padre.


jueves, 3 de febrero de 2011

Agujas frías.


¡Atención! Las agujas frías duelen más.

Después de testarlo y reírme de mí misma por valorar la nimia diferencia que hay en ambas situaciones, me percato de que no he pensado ni una sola vez en el parto.

Lo que es más extraño, estos días he visto imágenes de alumbramientos en televisión y no me he asustado, ni he sentido impresión. No me afecta la escena tremenda más que hace 3 meses, 2 años ni 10 minutos. No es el dolor un tema que me inquiete en este proceso. Miedo, lo que se dice miedo,  me da pensar en las pequeñas molestias mientras espero la siguiente beta. También su ausencia. Pero imaginar que se me desgarra la carne... no. Tampoco me provoca ternura.

Supongo que es pronto.