miércoles, 4 de abril de 2012

Sonrisa


Cada mañana, haya sido una buena o mala noche, Gerard me da los buenos días con una sonrisa. Ese buen despertar lo ha heredado de mi madre, sin duda (porque mío no es). Según ella misma, verle sonreir le arregla el día a cualquiera.

Eso me recuerda que una amiga me dijo: "Mi hijo me ha dado un motivo para levantarme cada mañana".

Sin llegar a ese extremo, pues realmente yo siempre he encontrado motivos para levantarme, ahora entiendo su punto de vista. ADORO mi cama, pero lo que pensé que sería una verdadera tortura (levantarme, sí o sí, temprano) es más llevable de lo imaginado. Repito: la maternidad es tremendamente instintiva. No quiero decir con eso que todo el mundo la viva igual, pero sí que la naturaleza dota a quien pasa por este "trance" de unos instrumentos que te surgen espontáneamente, de un bolsillo invisible o que permanecía cosido "de fábrica" hasta que el parto lo desató. Por que sí, esto ha sido cosa del parto, no del embarazo.

Mis amigos se planteaban el problema que iba a ser para mí renunciar a mi "amplia" vida social. "Tú que haces tantas cosas, que sales tanto, que vas a tantos actos...".  Sin duda era así. He intentado no desaparecer. Poco a poco dar señales de que no me he perdido entre los pliegues de los arrullos o ni he muerto atropellada por el carrito. Algún cine, una cena, cafés variados... con o sin niño (gracias a sus abuelos).

Pero es cierto que Gerard, con su sonrisa, okupa mi vida. Con k.

2 comentarios: