viernes, 6 de abril de 2012

Canciones y orígenes

No sé si alguna vez he comentado de donde salió el nombre del blog.

Seguro que todos habéis pasado por épocas en que una canción parecía que hablaba de vosotros o, al menos, de un momento importante de vuestra vida. Y seguro que muchas veces, pasado un tiempo, os habéis percatado de que la canción en realidad hablaba de algo totalmente distinto a lo que vosotros interpretábais. Y sin embargo, cada vez que escucháis esa canción, recordáis VUESTRO significado.

"La tierra bajo tus (las) raíces" aparece en una canción de Maldita Nerea. El sentido es la búsqueda del propio origen, del impulso para volver a ponerse en marcha y no quedarse estancado. Pero ¿qué mejor interpretación de "origen" que el nacimiento, tal vez incluso que la fecundación? Vi en la frase una forma preciosa de nombrar la maternidad: primero envuelve, luego alimenta, después empuja hacia el exterior y finalmente apoya el ser (planta/humano) ya fuera de su seno.

Ayer escuchaba el mismo disco que me dio este nombre y me encontré dando un sentido "equivocado" (pero plenamente válido a mi momento actual, con Gerard, que nació una noche de diciembre) a otra canción.


Porque a veces se cruzan dos ríos, en las noches de diciembre
Porque no sé de donde has salido...toda una vida sin verte
(Pide cena para dos)



Fui a donde se envían los desvíos, decidido a probar suerte
Porque cuando se juntan dos ríos se hace fuerte la corriente
(...)
 
 
Vivo y por eso me tumbo en las piedras mirándote hasta el mediodía
Si me acompañas no tengo, por eso
ni hambre ni frío, ni miedo ni sueño
 
 
  Vivo y por eso tumbada en la hierba mirándome hasta el mediodía
    No tengas si estoy contigo
ni hambre ni frío, ni miedo ni sueño

miércoles, 4 de abril de 2012

Sonrisa


Cada mañana, haya sido una buena o mala noche, Gerard me da los buenos días con una sonrisa. Ese buen despertar lo ha heredado de mi madre, sin duda (porque mío no es). Según ella misma, verle sonreir le arregla el día a cualquiera.

Eso me recuerda que una amiga me dijo: "Mi hijo me ha dado un motivo para levantarme cada mañana".

Sin llegar a ese extremo, pues realmente yo siempre he encontrado motivos para levantarme, ahora entiendo su punto de vista. ADORO mi cama, pero lo que pensé que sería una verdadera tortura (levantarme, sí o sí, temprano) es más llevable de lo imaginado. Repito: la maternidad es tremendamente instintiva. No quiero decir con eso que todo el mundo la viva igual, pero sí que la naturaleza dota a quien pasa por este "trance" de unos instrumentos que te surgen espontáneamente, de un bolsillo invisible o que permanecía cosido "de fábrica" hasta que el parto lo desató. Por que sí, esto ha sido cosa del parto, no del embarazo.

Mis amigos se planteaban el problema que iba a ser para mí renunciar a mi "amplia" vida social. "Tú que haces tantas cosas, que sales tanto, que vas a tantos actos...".  Sin duda era así. He intentado no desaparecer. Poco a poco dar señales de que no me he perdido entre los pliegues de los arrullos o ni he muerto atropellada por el carrito. Algún cine, una cena, cafés variados... con o sin niño (gracias a sus abuelos).

Pero es cierto que Gerard, con su sonrisa, okupa mi vida. Con k.

jueves, 29 de marzo de 2012

De ajos y monos


Gerard ha aprendido a decir "ajo". Día tras día sus abuelos le han repetido incesantemente la palabra y él, entre risas, les imitaba.

Luego ha empezado a decirla espontáneamente, cuando le cambio el pañal o como respuesta a cualquiera de las monerías que le digo.

Superada la imitación y el diálogo, ahora quiere demostrar que él también puede enseñársela a otros. Por eso le repite "ajo" incesantemente, como hicieron sus abuelos con él, al mono del parque de juegos. De momento sin ningún éxito. :)

martes, 13 de marzo de 2012

Definiciones


Madre: Persona (mujer) que nunca llegará a realizar todas aquellas tareas que pensaba hacer en un periodo de tiempo determinado (sea este hora/día/mes/año).

Madre primeriza: Persona (mujer) que aún cree que sí podrá.

sábado, 18 de febrero de 2012

Juguetes

 
Siempre he sido más de puzzles que de muñecas. Me gustaban los clicks y los legos. Adoraba mi Nancy, pero no recuerdo haber jugado mucho a cambiarle los vestidos, hacerle peinados ni nada parecido. Mi interés por la ropa me llegó bastante tarde, bien cumplidos los 30 (de eso puede dar fe mi madre). No es que antes fuera desastrada, pero no era algo que me hiciera especial ilusión (sisalvo los zapatos!!)

A mí me gustaba más todo aquello que se "construyera", ya fuera física o intelectualmente. Los rompecabezas y las historias. Incluso recuerdo que durante un tiempo vendieron unos vestidos para la Nancy que había que terminar de confeccionar: recortarlos y coserlos. Yo era pequeña y coser tampoco me gustaba, pero mi abuela nos compró un juego a cada nieta y recuerdo disfrutar viendo cómo se "montaba" cada prenda.

Cuando en el cole tuve que aprender sobre circuitos y resistencias, mi padre trajo una placa, un soldador, alambre de estaño, una bombilla y multiples resistencias. Cuando estudiaba el cuerpo humano, mi madre trajo un corazón y unos pulmones de cordero por los que metimos bolis y soplamos.

Dice mi madre, que ahora SI jugamos a "muñecas" con Gerard y tiene razón. Cada día le escojo la ropita y le reservo conjuntos limpios para los acontecimientos de la semana, ya sean estos una clase de masaje, ir a la consulta de la pediatra o recibir la visita de algún amigo o familiar. Cuando he ido a cambiar alguna pieza de ropa para mí que "por x o por y" no me iba a quedar, si la tienda tiene sección de niños ya sé que yo no tendré ropa nueva, la tendrá mi "muñeco". Y no nos limitamos al vestuario en este juego. Aún no le hago comiditas, pero sí podemos explicarle en voz alta, como hacen las niñas "de lazos" a sus muñecas, qué estamos haciendo en cada momento: "Ahora mamá va a quitarte el pañal/ prepararte el baño/ quitar los cojines del sofá/ recoger tus cosas", incluso por la calle: "cuando lleguemos a casa, mamá te quitará el abrigo aunque estés tan guapo con él..."

También caben aquí las construcciones. Ahora toca montar los muebles del cuarto de Gerard. Todos nos hemos quejado alguna vez con la frase de "No Sr. dependiente, usted trabaja EN Ikea, PARA Ikea trabajo yo!", pero lo cierto es que ver qué tornillo toca, dónde va esta tabla o cual es la punta de destornillador que mejor se adapta me divierte. Estoy jugando para el muñeco... y estoy jugándolo con mi padre.

miércoles, 15 de febrero de 2012

El éxodo o el brote


Desde siempre, o al menos desde que entré en la universidad, he barajado la posibilidad de cambiar radicalmente de vida. Llenar un día la maleta e irme a otra ciudad o país. Otra profesión. Generar un nuevo entorno.

Evidentemente he tenido épocas malas, como todos, pero han sido las menos. En mi caso la idea de "cambiar de vida" más ha tenido que ver con algo positivo -ya sea un lugar que me enganchaba, un trabajo interesante, un entorno sorprendente- que me sugería nuevas experiencias a mi alcance. Muchas veces coincidían con mis viajes. :)
En realidad nunca he tenido ni la más mínima necesidad de llevar a cabo semejante cambio. Y sin embargo la posibilidad existía, estaba ahí.

Hoy me he dado cuenta de que esa posibilidad se ha desvanecido.

Sé que muchos me dirían que no, que tan sólo incorpora un pasajero, pero no es así. Ya no se puede "coger una maleta". Ahora implica muchas más gestiones, preparativos, organización. La aventura debe estar más controlada.

Hoy también me he dado cuenta de que no importa.

Pocas vidas soportan un día a día rutinario sin hitos o inflexiones. Pero mi vida acaba de sufrir un giro en su trayectoria. No es la única forma, ni necesariamente la mejor, ni la más definitiva. Es la que YO elegí. Y no he necesitado cambiar de ciudad, país, profesión ni entorno.

lunes, 13 de febrero de 2012

Memento mori


Cuando un general romano desfilaba triunfante tras una contienda por las calles de Roma, en su cuádriga iba también un esclavo que le sostenía la corona de laurel de los vencedores y le susurraba al oído: "Memento mori" (recuerda que sólo eres un mortal) para evitar que se endiosaran.

Por ese mismo motivo inventó la Naturaleza los cólicos del lactante, para enseñarnos a los padres (las "Referencias Absolutas") lo que es la impotencia.

sábado, 11 de febrero de 2012

Pangea

He leído que este año se conmemora el centenario de la teoría de la deriva continental, por la cual las placas tectónicas están en continuo movimiento provocando la separación de los continentes. Por lo tanto, todos los continentes actuales provienen de un supercontinente previo al que Alfred Wegener (el autor de la teoría) llamó Pangea (del griego Pan-todo y Gea-Tierra).

Cuentan que a Wegener se le ocurrió tras percatarse en un mapa de que las costas de ambos lados del Atlántico "encajaban".

Creo que Pangea es la mejor explicación de lo que sucede cuando tengo a Gerard en cangurito (en brazos y frente a mí).

Fuimos un supercontinente.

Ahora su cuerpo de adapta perfectamente al hueco sobre mi esternón hasta la curva de mi abdomen. Sus bracitos abarcan hasta mis hombros y apoya su cabeza en uno de mis pechos con comodidad. Encajamos, pero ya es otro continente.

Año a año irá separándose más. :)

martes, 7 de febrero de 2012

La Referencia


Uno de los aspectos más impresionantes de la maternidad es pasar a ser una referencia.

Tengo una familia unida y cariñosa, así que siempre me han transmitido la idea de que soy alguien importante para ellos. He estado arropada, cuidada y protegida. He arropado, cuidado y supongo que protegido. Sin embargo, yo era hija. Con los años las relaciones entre personas cambian, evolucionan. Entre padres e hijos lo hacen de forma mucho más evidente y dramática (no necesariamente trágica). Ya soy una hija adulta, con una relación de adultos con mis padres y con un mayor componente protector por mi parte del que hubo durante mis primeros... 25 años?

Mis amigos, mis parejas, el resto de mi familia, son personas a las que demuestro cariño y (creo que) atención. Muchos me llaman cuando tienen problemas, tristezas o alegrías, ganas de pasar un rato... Para algunos soy más importante que para otros, o me tienen más confianza o simplemente estóy más cerca (física o emocionalmente). Y viceversa.

Pero ahora soy LA referencia, la relación de Gerard con el mundo. Después de su piel permanentemente alerta, su vista aún limitada y el oído fino que le orienta la mirada. Después de sí mismo, soy yo.

No creo que se sienta perdido, tal vez indefenso y yo soy su muralla, su castillo. No sabe que su madre también se siente en la cuerda floja, con la diferencia de que los años me han dado una vara más larga con la que mejorar el equilibrio.

Él aún está aprendiendo a utilizar su cuerpo. No sabe que sus manos son suyas, pero reconoce mi voz, el latido de mi corazón, el tacto, calor y olor de mi piel, el tamaño de mis manos que le sujetan. Y confía.

"Mamá está aquí. Todo está bien."

miércoles, 25 de enero de 2012

Ese amor inconmensurable.

Una de las frases que más escuchas cuando estás embarazada es: "No sabes cuánto se puede querer hasta que no tienes a tu hijo en los brazos" o "de pronto te sientes invadida por un amor que ni soñabas"...

Llega el parto, ves al niño salir de tí, lo notas. Es ese que te daba patadas, ese con el que te comunicabas con un leguaje secreto y cuando te lo dan... no lo conoces. En realidad es parecido a las relaciones por internet: conoces su caracter, su historia, sus sentimientos... pero no tiene cara hasta que aparece ante tí.

Y entonces... no pasa nada de eso que te han dicho.

La primera noche no duermes, porque la pasas entera mirándole. No sabes cómo es posible que horas antes estuviera dentro de tí. Cada tripa que se te mueve (que sí, que ahora seguro que es una tripa) te provoca llevarte la mano al estómago y decirle algo cariñoso, pero no, el niño no está ahí, sino frente a tí. Moviéndose con aire entre vosotros.

Es algo incomprensible, yo a ratos creí ser un perro que mira con curiosidad a ese otro bicho, pero sin llegar a entender qué es, de dónde viene y qué se supone que tengo que hacer con él. Tampoco le extrañaría a nadie que le oliera el culo.

Tal vez es por eso, por el animal que somos, que todo resulta mucho más instintivo de lo que pensaba. Yo que siempre he sido torpe cuando me daban un bebé, el mío siempre lo he manejado con soltura, desde el mismo momento en el que me lo pusieron encima, a escasos 5min. de haber nacido.

Yo, que siempre pensé que una cuota a pagar, obligatoria para un futuro más interesante, era jugar con los bebés a los famosos "cucú-trastras", llamarles "cosita linda", pasar horas haciendo gestos repetitivos para estimular su interés, su atención, sus sentidos. Y ahora el tiempo pasa volando en esas actividades y si alguien paga peaje, será el niño, porque yo no.

Tienes miedos nuevos o se incrementan otros preexistentes. Entonces recuerdas otra frase que te dijeron: "no sabes lo que es el miedo hasta que tienes un hijo", te das cuenta de que es verdad. Y eso ya es de por vida.

Pero... ¿y ese amor inconmensurable? ¿ese cariño que supera todo lo imaginable? Sí, le quieres, pero aún puedes quererle más (tienes la certeza de que vas a quererle más). Aún así, te sientes culpable. No me he equivocado, pero tal vez no soy una madre amantísima, tal vez mi capacidad de cariño, esa que tanto me han alabado en mi vida, no funcione con mi hijo. Tal vez soy a-natural en eso. No puedo escudarme en la depresión postparto, porque no la he tenido


Cierto que cuidas cada detalle y evitas peligros tontos diarios como si fueran cruzar el Ebro a nado (paso firme y decisión, pero con mucha cautela): las escaleras, el fuego de la cocina, el frío de la calle. Te expones a otros de loque antes te cuidabas: mi cuerpo siempre entre su carrito y cualquier posible coche o cambiar la norma de "lo que se cae no se lleva a la boca", por "lo que se cae pasa primero por la boca de mamá antes que a la de Gerard", actuando de cortafuegos.

Te cansa dormir poco y a veces maldices dos tomas demasiado seguidas... pero en realidad a él no le recriminas nada. Eres feliz. No el éxtasis que todos nombran, pero eres feliz. No necesitas nada.

Lo que incumbe a tu hijo no te requiere un esfuerzo: los pañales, los pezones destrozados, los días sin salir de casa, el fin (temporal, esperemos) de tu vida social, los miedos, las horas que se pierden, las que se fijan rompiendo cualquier otro horario. Te diviertes, REALMENTE te diviertes y ríes a carcajadas por una sonrisa torcida, un gesto inesperado. Abrazas con mimo, con un "arrope" que no le has dado a nadie, mirando sus ojos (abiertos o dormidos) sin conciencia del paso del tiempo.

De pronto, ese día te das cuenta de que, lo único que sucede, es que entre tanta baba, no te has acordado del amor.

jueves, 12 de enero de 2012

Nueva voz


Hoy le cambiaba a Gerard el pañal, cosa que siempre hago hablándole. Lo raro, en mi caso, sería que lo hiciera callada. Eso o cualquier otra actividad de mi vida cotidiana.

Hace unos años, en un viaje a Irlanda, visité el castillo de Blarney. La torre del homenaje tiene una piedra "mágica" que quien la besa, recibe el don de la elocuencia. El premio puede parecer muy generoso, a cambio de un casto beso, pero hay que colgarse boca abajo desde lo alto de la torre para llegar con los labios hasta ella. A mí me pareció divertido, sin embargo mi familia me prohibió (sin posible negociación) que me acercara siquiera. Nada que ver con los 30m de vacío sobre los que quedas suspendido, sino que temían que pudiera funcionar... y aumentar (aún más) mis palabras por minuto (o segundo)!!!

Por eso resulta lógico que le hable a Gerard cuando le cambio, cuando le doy el pecho, cuando jugamos...

Hoy, como otros días, mi madre nos miraba desde la puerta del cuarto. Le he pedido que terminara de vestirle mientras yo iba al baño a por algo. Al regresar he oído que ella también le hablaba:

 "Tu mamá tiene una voz nueva, una que únicamente utiliza cuando habla contigo."

domingo, 8 de enero de 2012

El género hijos

"¿No te impresiona decir mi hijo?"- me pregunta mi padre.

No, no me impresiona. Tal vez porque ya hacía meses que me sentía madre.

En cambio, sí hay algo que ha cambiado en mi percepción de los hijos como "género". Hasta ahora, al oir que alguien había perdido a un hijo, pensaba "ay, pobre". Ahora se me eriza la piel, el corazón se me retuerce y me encuentro físicamente mal.

Tanto es así, que mi padre ha puesto "Barry Lindon" en la televisión, pero al llegar a la escena en la que el niño agoniza, me ha mirado y ha dicho: "Cambia de canal, no te preocupes"

Imagino que en unos meses, tal vez algo más, esa reacción se regulará. Nunca volveré a pensar "ay, pobre", pero lograré ver alguna película, libro, noticias en las que suceda sin ponerme enferma.