sábado, 11 de junio de 2011

Cuando ponen las calles.


La noche siempre ha sido mi momento del día. A las 21h empezaba todo lo interesante, incluso sin salir de casa. Irme a la cama era más un acto de responsabilidad que una necesidad. Adoro mi cama, tan sólo es que la quiero más por las mañanas.

El reposo me ha traído a casa de mis padres y de pronto las noches han cambiado. Pensé que el problema sería coger el sueño, pues tras un día y otro y otro, sin moverme del sofá ¿qué cansancio acumulado iba a necesitar disipar? Sin embargo no ha sido así. Consigo dormirme con cierta faclidad, pero la noche se interrumpe no menos de dos veces, para chequear las pérdidas que haya podido tener mientras no estaba consciente. Lo curioso es que en estas casi 5 semanas no he sangrado ni una sola noche, asi que es una preocupación mas bien absurda.

E igual de absurdo es mi nuevo momento favorito del día. Mi padre se levanta sobre las 6,30 de la mañana. Suelo oírle. Por la ventana entra aire fresco, como limpio, de primera hora. A veces, si estoy más despierta, leo un rato hasta que vuelve el sueño minutos después y ya no me preocupo más. Duermo plácidamente, con disfrute. Noto a mi madre asomarse a mi cuarto, o darme un beso suave. Siento que estoy protegida y que en esas horas no puedo sangrar, ni tener miedos, ni necesidad de dejar pasar las semanas. Siento que mis padres pueden parar todo lo malo sin llegar a rozarme. Porque ya están despiertos.

2 comentarios:

  1. Ah, la protección, a veces parece que no la necesitásemos para nada y otras se agradece como un vaso de té caliente al llegar del frío de la calle :)

    ResponderEliminar
  2. Claro, por algo son tus padres. Están para protegerte, ¿no?

    Besos anonimos

    ResponderEliminar