Las hormonas "álgidas" invalidan tus comentarios y estados anímicos ante los demás. No niego la sensibilidad alterada: es difícil controlar las lágrimas o disimular lo bueno, lo malo o lo que te es indiferente sin más. Pero no deja de ser válido que me moleste, me duela o me emocionen las cosas que ya lo hacían antes, e incluso las que no. Soy capaz de reconocer en qué me excedo, pero no soporto la condescendencia del: "Bueno, es normal, estás sensible, son las hormonas que están revolucionadas. Realmente no lo piensas."
No niego la manzana, pero la cara también sigue ahí.
Tú siempre serás tú, con manzana o sin manzana.
ResponderEliminarBesos anónimos