domingo, 16 de octubre de 2011

Día tras día


Tengo la sensación de llevar un año embarazada... y de que me queda otro entero hasta el parto.

Siempre le digo a la gente que se puede vivir perfectamente sin esta experiencia. El embarazo, aclaro. También se puede vivir sin ser madre (o padre), por supuesto, pero esa yo no me la he querido perder. No suelen creerme. Veo en sus caras cómo lo entienden como una pose, tal vez un querer hacerme la fuerte o la desganada. Tengo un buen embarazo. Ni naúseas, ni grandes problemas. Pero no es la maravillosa experiencia que muchas cuentan, la comunión con la naturaleza, ni nada semejante. Es UNA experiencia. Ni buena, ni mala, como todas, depende de la persona. Evidentemente, si no fuera por el resultado que se busca, muchas más hablarían pestes.

Sin embargo, y entre otras miles de cosas que cambian durante ese tiempo, hay un algo que mejora sin ser conscientes: deja de existir la monotonía.

Hay épocas en la vida en que se tiene la horrible sensación de que pasan los días sin que uno se distinga del otro, de casa al trabajo y vuelta, los martes deporte, los jueves la compra, el sábado lavadoras, semana tras semana y de pronto es Navidad o verano, lo mismo da.

Ahora es imposible. Por lento que vaya el tiempo, por mucho que sigas una rutina y los martes vayas a matrogym o a pasear en lugar de correr 5 kms, los jueves mantengas la costumbre de ir a la compra y los sábados pongas lavadoras... cada día es diferente. Llegará Navidad o verano, pero ya no son las fechas. La fecha es otra, que da igual lo cerca o lejos que esté, porque cada día es una meta de por sí.


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