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miércoles, 19 de enero de 2011

7.930.000

Eso me dijo mi médico ayer como saludo al entrar en la consulta: "7.930.000"

No usó unidades que definieran de qué hablábamos, aunque supongo que el que yo estuviera desnuda de cintura para abajo y con las piernas abiertas,debía ser suficiente para imaginarlo. Sin embargo pregunté: "¿Qué?"

"7.930.000" repitió. Creo que "ajá" fue todo mi comentario. "¡Espermatozoides móviles!" Supongo que eso es lo malo de autocensurarme los temas médicos en Internet, que luego no sabes de qué te están hablando. Estoy segura de que la mayoría de las mujeres que habitan en los foros (y lo siento, pero las 2 veces que he entrado eran TODO mujeres) se han informado de hasta el último detalle, pero también han comparado casos totalmente dispares y algunas veces incluso han fomentado la desconfianza a su propio médico. Tal vez peco de ingenua, pero prefiero confiar en el profesional que me atiende. Hace unos meses entré por primera vez en un quirófano. Una operación menor pero con anestesia total. La doctora me dijo: "No estés nerviosa" y yo respondí: "No lo estoy... ¿Cómo iba a estarlo? Hay aquí no menos de 7 u 8 personas cuidando de mí"

Así que mi cara debía ser una interrogación o la imagen de la ignorancia cuando escuché el numerito en cuestión. "Deben ser más de 3.000.000" completó el doctor. Respiré aliviada ("qué diseño biológico tan poco eficiente", pensé) y poco más pude hacer cuando ya estaba todo liquidado. Porque el proceso no debe llevar más de 2 minutos. Con música de ascensor, eso sí. Espero que si me quedo embarazada, eso no haya traumatizado ya al bebé y nos cueste años de terapia: "Tiene que comprenderlo, fui concebido con música de Kenny G."


De pronto, yo que estaba tan tranquila, que llevaba inesperadamente bien el tema, sin agobios ni comeduras de tarro excesivos. Yo que me había preparado mentalmente para esto durante años... salí de la clínica con sensación de irrealidad. Todo el proceso lo he afrontado como un tratamiento médico en positivo, pero asumiendo todo con el lado aséptico, técnico y biológico del tema, y dejando los aspectos emocionales para cuando lo posible fuera una realidad. Sin embargo, la inseminación, esos dos minutos de manipulación y otros 20 de reposo, que pasé tranquila, cambiaron algo. ¿Lo has hecho? ¿Estás segura de que lo has hecho? (Apréciese la diferencia entre "¿Estás segura de que lo has hecho?" y "¿Estás segura de lo que has hecho?", que no es lo mismo!).

Salí con parsimonia, con cuidado. Llevo dos días moviendome a cámara lenta. Con la sensación de que alguien ha metido algo muy valioso, y que no es mío, en mi vagina. La han utilizado de caja fuerte, de bolsillo de abrigo de invierno en verano, donde guardas esas cosas que no quieres que otros encuentren y a veces terminas tú mismo por olvidar. Y yo soy el abrigo viejo, que se queda al cuidado de algo que sabe importante y agradece el honor ser su guardián... pero el bolsillo se abre por abajo y no tiene cremallera.

Por eso ando despacio, intentando que quede abrazado entre los pliegues de mi forro interno.

viernes, 14 de enero de 2011

Tres eran tres...

Y es que normalmente los números impares tienen cosas que los pares no. Y viceversa, lo sé.

Tres son los folículos (o son óvulos?) que las auto-inyecciones diarias han madurado en mi ovario izquierdo. "Está muy bien" comenta mi médico, casi diría que con cierta sorpresa. Y yo, que no he parado de repetirme que es difícil quedarme embarazada en el primer intento (25% de posibilidades con esperma de banco de semen), ahora empieza a preocuparme lo de un embarazo múltiple!


Pero estábamos con los impares. Y sí, claro, ser soltero es un impar. En cada prueba que me he ido haciendo en este proceso, los técnicos sanitarios me preguntaban: ¿qué problema tienes? ¿Problema? Ninguno. Lo que tampoco tengo es pareja. Y aún había quien te miraba con "entonces ESE es el problema" o "¿y piensas tener un crío?". Seamos sinceros, también hay quien te llama valiente.

Pero esta semana, en la sala de espera de la clínica, silenciosa, limpia, amable (muy muy amables, entiendo que política de empresa), he descubierto una de las ventajas de pasar por este proceso sola. No he permitido a nadie acompañarme a cada prueba, análisis o visita. En cada paso he tenido no menos de 3 ofertas de compañía y siempre las he rechazado, a veces negarme implicaba muchas muchas explicaciones, pero estaba convencida y se ha respetado mi deseo. Voy más tranquila, las salas de espera son más relajadas con mi libro y tiempo por delante, sin prisas. "Eres rara" me dicen. Esta semana ha quedado claro que no tanto... La sala de espera estaba llena de parejas. Mucho apoyo, cierto, pero también contagio de nervios. Una mano que se tensa y el del al lado lo siente con toda la carga que lleva ese gesto, con la historia que comparten. Otra se susurran preguntas que no tendrán respuesta salvo delante del doctor. Otros ni se miran, sólo miran alrededor.

Si me embarazo, si lo logro, pasaré momentos duros por estar soltera (en el sentido más amplio), pero también por otros en los que es más fácil ser sólo uno.