Como a veces debo reunirme con clientes, usé una cita profesional como excusa para decirles "ya basta" a los cautos zapatos planos. Los tacones, moderados, como reafirmación de la normalidad.

Estética versus comodidad. Deseo frente a sensatez. No son incompatibles, pero a veces lo parecen.
Lo mismo pasa cuando le preguntas a algún padre/madre por la maternidad. Existen opiniones compensadas pero, como en todos los temas que tocan fibras sensibles, la gente elige contarte sólo una parte de la película: Ser madre es o vivir en Disneyland o no volver a respirar. No sé cual me da más miedo.
Yo lo veo como el Partenón o la Scala Regia del Vaticano. Para que sea bello, requiere de una buena estructura de base, manipulada, conscientemente lejos de la perfeccion formal, dirigida, pensando en el resultado, disfrutar sentado ante los planos buscando la corrección que hará más útil o bonito el conjunto, desesperando cuando no funciona, reorganizando cada día en función de lo que la obra requiera... y el orgullo (o no) de lo que va surgiendo. Es el trabajo de una vida entera... aunque algún día hay que retirarse, dejar que envejezca por sí misma, aprovechando (o no) las formas que le cincelamos, y quedarnos ahí como meros consultores.
Tal vez en poco tiempo me mude a Disneyland... o no vuelva a respirar. Tal vez también pierda los tacones...
(P.D. Por si alguien quiere ver mejor esta increíble escalera: http://politube.upv.es/play.php?vid=2438 Me alegro de haber picado tu curiosidad...)
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