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jueves, 10 de noviembre de 2011

Roles

Empiezo a sospechar que hay quien vive el embarazo como un juego de rol: compras características del personaje y herramientas/armas con la que dotarlo de poderes, le creas una imagen, le marcas un objetivo y lo lanzas al tablero poniendo todas tus esperanzas en que sabrás conducirlo. Un juego de rol customizado a lo Hello Kitty, eso sí. Luego nace el niño y todo lo planeado se desmorona (o no).

Tal vez por eso me miran mal cuando digo que no me imagino a mi hijo así o asá, no le he comprado apenas cosas y no sé aún si irá a colegio público o privado. "Ya lo iremos viendo cuando lleguemos a ahí".

Por eso adoro a mis amigas prácticas.

Ayer en clase de preparación al parto, la matrona nos hablaba de los cambios que sufre el cuerpo durante el embarazo: "En el primer trimestre vivís con el miedo de perder el bebé. En el segundo trimestre es el mejor, ya ha pasado el mayor riesgo y os sentís muy bien. En el tercer trimestre os entra el miedo a si seréis buenas madres"

Es entonces cuando interviene mi amiga Núria: "Bueno, en realidad de eso no hay que tener miedo ¿no? El niño nace sin referencias, no tiene forma de saber si lo haces bien o mal, eres la única madre que tiene!" :)

jueves, 3 de febrero de 2011

Agujas frías.


¡Atención! Las agujas frías duelen más.

Después de testarlo y reírme de mí misma por valorar la nimia diferencia que hay en ambas situaciones, me percato de que no he pensado ni una sola vez en el parto.

Lo que es más extraño, estos días he visto imágenes de alumbramientos en televisión y no me he asustado, ni he sentido impresión. No me afecta la escena tremenda más que hace 3 meses, 2 años ni 10 minutos. No es el dolor un tema que me inquiete en este proceso. Miedo, lo que se dice miedo,  me da pensar en las pequeñas molestias mientras espero la siguiente beta. También su ausencia. Pero imaginar que se me desgarra la carne... no. Tampoco me provoca ternura.

Supongo que es pronto.

lunes, 31 de enero de 2011

Solo, negro y fuerte.

Beta negativa. En realidad lo sabía desde que el sábado vi el salvaslip.

Al principio fui de lo más eficiente. Llamé a la clínica, resolvi los trámites a seguir y puse todo en orden. Incluso publiqué la entrada anterior (ya, ya sé que era corta, pero.. ¿se necesitaban más palabras?). Y entonces, cuando ya estaba todo arreglado, rompí a llorar casi sin tránsito de una situación a otra. Recuerdo algo similar una vez que me corté una arteria. Así funcionan los pilotos automáticos (alias: adrenalina).

Sabía que era difícil, estaba preparada y sin embargo fue imposible reprimir las lágrimas. Pronto me di cuenta de que no era desilusión, sino miedo. Miedo a que no suceda, ni esta vez ni ninguna. Y entonces me impresiona el poder adaptativo de la mente, la visualización de futuro o el autoconvenciomiento.


Aunque ante la ley todos seamos iguales, ante la sociedad no lo somos. Por eso a las parejas estables se les acosa con tener hijos: "¿Y lo solos que os vais a encontrar en unos años? ¡Que los niños dan mucha vida!". Por eso a los solteros que los buscamos nos dicen: "¿Pero estás segura? ¡Mira que te cambia la vida y eso luego ya no tiene remedio!". Casi sería más lógico al revés.

Cuando empecé a comentar con algunas personas que estaba pensando en inseminarme, la frase que más escuché fue: "¡¡¡Pero con la vida social tan ajetreada que llevas tú!!!" Y es cierto. Estos meses (más bien años) me he planteado todos los cambios que supondría tener un niño. Hay muchas renuncias que comprendo y sé que llegarán otras que ni imagino. Me gusta mi estilo de vida actual, pero es incompatible con ser madre.

Sacrificio (según la rae, en sus acepciones 1, 5 y 7):
1. m. Ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación.
5. m. Peligro o trabajo graves a que se somete una persona.

7. m. Acto de abnegación inspirado por la vehemencia del amor.

Por eso cuando el salvaslip (no hay sacrificio sin sangre) me dijo que tal vez no habría que renunciar a dormir, a no tener horarios, a la libertad, a no sufrir de más, al silencio... me costó imaginar un futuro como mi presente.

Mi mente ya tiene un niño. Ahora sólo falta que mi cuerpo se lo conceda.