jueves, 3 de febrero de 2011

Agujas frías.


¡Atención! Las agujas frías duelen más.

Después de testarlo y reírme de mí misma por valorar la nimia diferencia que hay en ambas situaciones, me percato de que no he pensado ni una sola vez en el parto.

Lo que es más extraño, estos días he visto imágenes de alumbramientos en televisión y no me he asustado, ni he sentido impresión. No me afecta la escena tremenda más que hace 3 meses, 2 años ni 10 minutos. No es el dolor un tema que me inquiete en este proceso. Miedo, lo que se dice miedo,  me da pensar en las pequeñas molestias mientras espero la siguiente beta. También su ausencia. Pero imaginar que se me desgarra la carne... no. Tampoco me provoca ternura.

Supongo que es pronto.

2 comentarios:

  1. Pues a mí me da pánico pensar en el parto, en la lactancia, en casi todo lo que se asocia a la maternidad. Es todo tan real que me parece ciencia ficción.

    En fin, no me enrollo más, sólo decirte que me gusta tu blog y que te sigo de cerca.

    Muy pero que muy perturbada por todo lo que se avecina,
    La Señora Roper, de los Roper de toda la vida.

    ResponderEliminar