miércoles, 9 de marzo de 2011

Síndrome de Estocolmo


Conoces a un hombre, te presentas con un "quiero que me dejes embarazada" y te responde: "Pues pongámonos a ello". Si para cuando consigues entender que NO ha salido corriendo, TAMPOCO huyes tú sino que, efectivamente te pones a ello... parece que sea una historia de ficción. En concreto, una peli porno.

Pero no, resulta que es real. Claro, que él es de pago, que eso también cuenta. Y ten por seguro que su estoicismo va a llevarse un buen mordisco de tu sueldo (anual). De todas maneras no tienes salvación: quedarás rendida a sus pies, cumplirás fielmente todos sus mandatos y sólo te dirigirás a él para puntualizar los detalles que te lleven a la ejecución perfecta. Si no es así, te recomiendo que te busques a otro y repitas la escena inicial.

Sabe, como tú, cada detalle, análisis, donante, espera, pregunta, nº de espermatozoides, ecografía... Busca, sin subjetividades, lo que le has pedido. No le preocupa el impacto de ese deseo en tu futuro, no tiene miedo a tus reacciones, ni ansias por conseguirlo (sólo interés) y, sí, compara con experiencias anteriores, que aplica en reajustar la tuya con actos y estadísticas blancas. Con suerte, le gustará su trabajo. Él es el profesional, tú pones el dinero. Sin confianza no se juega y a esto apuestas a todo o te retiras de la mesa. Es una partida a ciegas.

Por eso, y sólo por eso, me confieso perdidamente enamorada de mi secuestrador.

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