viernes, 4 de noviembre de 2011

La prueba del pepinillo.

Mi gran molestia del embarazo (hasta ahora) sigue siendo la acidez.

Como me he resistido a los fármacos, aunque no descarto utilizarlos si el problema se agrava, he ido capeando el ardor con recetas caseras. La leche desnatada fría (muy fría) es la mejor solución. En caso de estar fuera de casa, las almendras crudas son un parche bastante efectivo, aunque no definitivo. Tienen un gran problema: el precio. 150g. cuestan 6,70 euros, lo que dura, con mucha suerte, algo menos de una semana. Por eso, cuando estos días atrás estuve de viaje por Aragón y encontré bolsas de 1 kg a 9 euros, me lancé como si fuera una obsesa de las rebajas de enero frente a las puertas del Corte Inglés!

Ya he comenzado las clases de preparación al parto y allí comenté lo de la acidez. La matrona me dijo: Toma un pepinillo en vinagre. Evidentemente pensé que se había vuelto loca, pero me lo repitió y yo, que no será por no experimentar, lo hice. El resultado ha sido "medio". Mientras te lo comes la acidez se intensifica y piensas en tirarlo y abofetear a la matrona, pero una vez puesta había que llegar hasta el final. Insospechadamente, tras terminar el pepinillo, la acidez disminuyó. NO desaparece, pero mejora bastante. Lo ideal es tomar un buen vaso de leche fría tras el pepinillo... parece que la combinación refuerza la eficacia de ambos productos.

Investigando por ahí, y sin certezas científicas (aviso), he leído que la presión que el bebé somete al estómago afecta a la producción de bilis y el vinagre de los pepinillos colabora en su función de "desestructurar" los alimentos. Veremos si el futuro es de los pepinillos o de la ranitidina.


Según el acervo popular, la acidez es señal de que el niño tendrá mucho pelo, pero como dice mi tía: "a los niños no nos los comemos" :)

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