martes, 29 de noviembre de 2011

Premios

Las ecografías siempre son a la vez una ilusión y un susto. Es la prueba que VE al niño. Pero todo ha ido bien: colocado, con peso y percentil normal. Corazón, cabeza, fémur y placenta en su sitio y su tamaño. Al salir, mi madre ha comentado: "lo está haciendo todo bien". Me he sonreído. Yo también siento que es él quien cumple con las etapas, aunque sea yo quien se aleja de los azúcares, cuida las comidas, hace ejercicio e (intenta) descansar lo necesario. Tengo por seguro que, de haber algo mal, sería a mí misma a quien culparía. Pero él está haciéndolo todo bien. :)

Esta mañana, en la radio, hablaban de los premios como método educativo a utilizar (o no) con los hijos. Inmediatamente he recordado algo que aprendí hace muuucho sobre los premios:

Tendría unos 13 años. Tuve un buen día: un exámen de sobresaliente, algún comentario positivo en otra asignatura,... uno de esos días afortunados en lo que todo parece ir bien, como respuesta a esfuerzos previos. De regreso a casa, llevaba 100 pesetas encima y decidí "premiarme" con algo en la pastelería. Yo no solía comer bollos, así que cuando mi madre me vió entrar en casa con él, me preguntó sorprendida. Le conté el magnífico día que había tenido y cómo me había premiado a mí misma.

Entonces se fue a su monedero, cogió 100 pesetas y me las dió: "Es importante valorar los éxitos propios y celebrarlos. Independientemente de que haya recompensa o no por parte de los demás".

Puede parecer que yo ya había entendido esa lección, pero esas inesperadas 100 pesetas "de vuelta" a mi bolsillo, han hecho que no la olvide.

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